TÍTULO ORIGINAL: The Possession
AÑO: 2012
DURACIÓN: 92 min.
PAÍS: EE.UU.
DIRECTOR: Ole Bornedal
GUIÓN: E.L. Katz, Kevin Mannis, Juliet Snowden, Stephen Susco, Stiles White
MÚSICA: Anton Sanko
FOTOGRAFÍA: Dan Laustsen
REPARTO: Jeffrey Dean Morgan, Kyra Sedgwick, Grant Show, Madison Davenport, Natasha Calis
PRODUCTORA: Lionsgate / Ghost House Pictures / North Box Productions
GÉNERO: Terror | Sobrenatural. Posesiones/Exorcismos
SINOPSIS: Una
familia compra una extraña caja de madera en un mercadillo de vecindario. La
hija pequeña adquiere un apego inmediato por la caja, cambiando su forma de ser
y volviéndola violenta. La familia tendrá que luchar por acabar con la maléfica
posesión.
CRÍTICA: El
director danés Ole Bornedal (1959) dirige una nueva cinta de terror de
posesiones y exorcismos tomando como premisa unos hechos reales que tuvieron
lugar en 2004, cuando una caja de madera que, según se anunciaba, contenía un dibbuk
(un espíritu maléfico o demonio de la tradición judía) se subastó en Internet y
fue vendido a un conservador, que descubrió que había pertenecido a una
superviviente del Holocausto de 103 años de edad. El hecho fue documentado por
una periodista de Los Angeles Times y, la productora de Sam Raimi (1959), Ghost
House, decidió recopilar las fatalidades que habían sufrido los distintos
propietarios de la caja original para idear una historia protagonizada por una
única familia norteamericana a lo largo de 29 días, tal y como rezan los
títulos de crédito.
Bornedal, que ya
había realizado otras dos incursiones en el género de terror, “El vigilante
nocturno” (1994) y “La sustituta” (2007), intenta crear una obra con nombre
propio, que aporte un punto de vista distinto al género de las posesiones
infernales, pero fracasa en el intento. Cierto es que, en lugar de abusar de
los iconos católicos de los curas
exorcistas liderados por el Padre Karras, apuesta en esta ocasión por
los ritos y tradiciones judías como un leve hálito de aire fresco, pero en
todos los demás elementos de la película no hace sino abundar en los ingredientes
habituales de la fórmula. Queda, por ello, fatalmente relegada al saco de las
películas de imitación, sin que pueda quitarse el polvo de la obra emblemática
de la temática empleada, “El exorcista” (1973).
“The Possession”
tiene su principal valor en dos de sus actores que concentran las principales alabanzas.
La joven actriz Natasha Calis, que interpreta a la terrorífica poseída en
cuestión (Emily), y Jeffrey Dean Morgan (“Watchmen”, “Supernatural”, “Anatomía
de Grey”) que hace de padre desesperado de forma correcta. Sobre todo la
primera, que siguiendo lo que es ya una ley no escrita del género, a pesar de
su corta edad, logra transmitir toda la maldad y a la vez impotencia del
personaje. Eso sí, no llega a la deliciosa interpretación de Isabelle Furhman
en “La huérfana” (2009), pero no está mal. Kyra Sedgwick (“El leñador”, “The
closer”) sale perdiendo en un cuarteto (hay que añadir a la hermana Madison
Davenport) cojo en dos de sus patas.
La película
logra momentos de tensión que se van dosificando cada vez más frecuentemente
hasta llegar al previsible clímax de la película. Abusa de los efectos de sonido
y de la llamativa partitura de Anton Sanko, que se rompe con estruendosos
silencios, jalonados por fundidos a negro, tras cada episodio demoníaco.
Entretenida para
los no muy exigentes, se deja ver. No le ha salido mal la jugada a Sam Raimi, apostando
un presupuesto mediano a una película que atraerá a adolescentes a las salas de
cines. Bienvenidos sean.
Un 6.
- El comentario
pijo: No había presupuesto para camisetas. El padre lleva la misma en varias
escenas. ¿Credibilidad, guiño de paralelismos para el espectador, construcción
del personaje o pereza por ir a una tienda de deportes?
- El
comentario friki: La escena del exorcismo del final de la película se rodó en
el hospital psiquiátrico abandonado de Riverview, en la Columbia Británica.
Construido en 1913 y cerrado 70 años después.
- El comentario
compulsivo: ¡¡Odio las polillas!! No me imagino estar rodeada de las más de
2.000 polillas que aparecen en una de las secuencias más impactantes de la
película. Qué asco, pobre Calis.