viernes, 31 de agosto de 2012

The Possession (El origen del mal) (2012)


TÍTULO ORIGINAL: The Possession
AÑO: 2012
DURACIÓN: 92 min.
PAÍS: EE.UU.
DIRECTOR: Ole Bornedal
GUIÓN: E.L. Katz, Kevin Mannis, Juliet Snowden, Stephen Susco, Stiles White
MÚSICA: Anton Sanko
FOTOGRAFÍA: Dan Laustsen
REPARTO: Jeffrey Dean Morgan, Kyra Sedgwick, Grant Show, Madison Davenport, Natasha Calis
PRODUCTORA: Lionsgate / Ghost House Pictures / North Box Productions
GÉNERO: Terror | Sobrenatural. Posesiones/Exorcismos

 
SINOPSIS: Una familia compra una extraña caja de madera en un mercadillo de vecindario. La hija pequeña adquiere un apego inmediato por la caja, cambiando su forma de ser y volviéndola violenta. La familia tendrá que luchar por acabar con la maléfica posesión.
 
CRÍTICA: El director danés Ole Bornedal (1959) dirige una nueva cinta de terror de posesiones y exorcismos tomando como premisa unos hechos reales que tuvieron lugar en 2004, cuando una caja de madera que, según se anunciaba, contenía un dibbuk (un espíritu maléfico o demonio de la tradición judía) se subastó en Internet y fue vendido a un conservador, que descubrió que había pertenecido a una superviviente del Holocausto de 103 años de edad. El hecho fue documentado por una periodista de Los Angeles Times y, la productora de Sam Raimi (1959), Ghost House, decidió recopilar las fatalidades que habían sufrido los distintos propietarios de la caja original para idear una historia protagonizada por una única familia norteamericana a lo largo de 29 días, tal y como rezan los títulos de crédito.
 
 
Bornedal, que ya había realizado otras dos incursiones en el género de terror, “El vigilante nocturno” (1994) y “La sustituta” (2007), intenta crear una obra con nombre propio, que aporte un punto de vista distinto al género de las posesiones infernales, pero fracasa en el intento. Cierto es que, en lugar de abusar de los iconos católicos de los curas  exorcistas liderados por el Padre Karras, apuesta en esta ocasión por los ritos y tradiciones judías como un leve hálito de aire fresco, pero en todos los demás elementos de la película no hace sino abundar en los ingredientes habituales de la fórmula. Queda, por ello, fatalmente relegada al saco de las películas de imitación, sin que pueda quitarse el polvo de la obra emblemática de la temática empleada, “El exorcista”  (1973).
 
“The Possession” tiene su principal valor en dos de sus actores que concentran las principales alabanzas. La joven actriz Natasha Calis, que interpreta a la terrorífica poseída en cuestión (Emily), y Jeffrey Dean Morgan (“Watchmen”, “Supernatural”, “Anatomía de Grey”) que hace de padre desesperado de forma correcta. Sobre todo la primera, que siguiendo lo que es ya una ley no escrita del género, a pesar de su corta edad, logra transmitir toda la maldad y a la vez impotencia del personaje. Eso sí, no llega a la deliciosa interpretación de Isabelle Furhman en “La huérfana” (2009), pero no está mal. Kyra Sedgwick (“El leñador”, “The closer”) sale perdiendo en un cuarteto (hay que añadir a la hermana Madison Davenport) cojo en dos de sus patas.
 
 
La película logra momentos de tensión que se van dosificando cada vez más frecuentemente hasta llegar al previsible clímax de la película. Abusa de los efectos de sonido y de la llamativa partitura de Anton Sanko, que se rompe con estruendosos silencios, jalonados por fundidos a negro, tras cada episodio demoníaco.
 
Entretenida para los no muy exigentes, se deja ver. No le ha salido mal la jugada a Sam Raimi, apostando un presupuesto mediano a una película que atraerá a adolescentes a las salas de cines. Bienvenidos sean.
 
Un 6.
 
- El comentario pijo: No había presupuesto para camisetas. El padre lleva la misma en varias escenas. ¿Credibilidad, guiño de paralelismos para el espectador, construcción del personaje o pereza por ir a una tienda de deportes?
 
- El comentario friki: La escena del exorcismo del final de la película se rodó en el hospital psiquiátrico abandonado de Riverview, en la Columbia Británica. Construido en 1913 y cerrado 70 años después.
 
- El comentario compulsivo: ¡¡Odio las polillas!! No me imagino estar rodeada de las más de 2.000 polillas que aparecen en una de las secuencias más impactantes de la película. Qué asco, pobre Calis.

miércoles, 22 de agosto de 2012

Prometheus (2012)


Aquí escribiendo desde la nave Nostromo la teniente Ripley va a hacer, a la vez, de abogado del diablo y de crítica corrosiva. Porque a eso es a lo que me lleva esta precuela "cutre" y "genial" a partes iguales, que me irrita y se me engancha en el estómago al mismo tiempo y que no puedo suspender ni tampoco vanagloriar, pero que sí puedo decir que, para la fan número uno (con permiso de Myers) de las dos primeras obras de la saga, sabe a poco. Quizás porque el bicho me tiene enamorada y uno es siempre más estricto con lo que ama.

Y sí, digo precuela aunque lo nieguen o jueguen al despiste. Si nos trata de explicar qué ocurrió antes de "Alien, el octavo pasajero" (1979) es una precuela en toda regla, y así nos lo hacen sentir todos los detalles y referencias de la película que para mí engarza a la perfección con el aterrizaje de la Nostromo en LV-426, aunque éste sea otro planeta. Ridley Scott tenía facilísimo hilar la imagen de cierre de "Prometheus" con el inicio de la primera obra de la saga Alien, mismas naves, misma imaginería artística (decorativa, estética, arquitectónica, paisajista y geológica) y dejar satisfecho al personal. Pero no, ¿para qué dar ese gustazo a los fans de Alien, cuando, siguiendo los consejos de marketing del bueno de Lindelof, podemos dejar a la masa haciéndose preguntas y elucubraciones que desearán ver resultas en otra entrega en el 2015? Muy mal Ridley.

A estas alturas no se puede negar que visual y sonoramente es una delicia (aunque nos hayan vuelto a hacer trampas en el póquer con una deliciosa y terrorífica música de tráiler que aquí, ni está, ni se la espera). Los efectos especiales son buenos, pero es que en una película post Terminator 2 y, sobre todo, post Avatar, es lo mínimo que puede esperarse de ella. Y aún así se le pueden achacar cosas de vergüenza ajena.
Por su parte, la BSO engancha y el ensordecedor estruendo de la nave logra que el asiento vibre y que el suelo de la sala se "abra" bajo nuestros pies, convirtiéndonos en obligados tripulantes de la Prometheus.

¿Véis que vengo con alabanzas y puñaladas a partes iguales? Sigamos.

Uno de los principales fallos de la película que, esta vez sí, es imperdonable, es el del ridículo infra-uso de los personajes que tanto fue cuidado en TODAS las obras de la saga, hasta en la peor de los "aliens nadadores". En efecto, todas las predecesoras en el tiempo presentaron unos personajes con cierta profundidad (unos más y otros menos), de los que te encariñabas o, en su caso, detestabas, poniéndote en su piel ante cada ataque de la bestia. En este caso, salvo cinco tripulantes, los demás o son ninguneados o son ridiculizados de manera asombrosa. ¡¡¡¿Pero esto qué es?!!! (gracias Prats por esa frase mítica).

Y ello por no hablar de frases de guión que parecen salidas de un níño de 9 años. ¿Son científicos? ¿En serio? Al menos en otras películas marca Alien eran militares (y no les estoy llamando tontos) y se podían permitir falta de rigor en este aspecto. Pero es que son geólogos, biólogos (quizás este era de la clase de Ana Obregón, pobrecito), médicos.... Y ahí están en un planeta desconocido, tocándolo todo, quitándose las máscaras de oxígeno porque "hay humedad", jugando con serpientes muy monas, perdiéndose en cuevas de las que ellos mismos han elaborado mapas.... y no sigo.

Menos mal que ahí están Rapace y Fassbender, dos animales interpretativos, para esconder en un segundo plano las miserias de los demás tripulantes. Rapace está cañera, lo que se espera de una pre-heredera de Ripley. Y Fassbender, ay Fassbender. Qué increíble construcción del personaje robótico. Aquí no tengo nada que achacarle a Ridley, porque los detalles del personaje hasta se convierten en tema central de la película, casi por encima de los bichitos del planeta desconocido: su presentación inicial como amante de "Lawrence de Arabia", quizás en un intento de entender o de parecerse a los humanos, poniéndose los aluminios en el pelo para teñirse de rubio a lo Peter O'Toole, su juego con los humanos a los que ama y detesta, la sensación de que "este ya lo sabe todo, qué miedito". Fascinante.

Ello me lleva a hacer una de las mayores loas de la película, pues es con ese personaje cuando Ridley vuelve a traernos a la cabeza que ya nos planteó tiempo atrás ("Blade Runner" 1982) serias y elevadas dudas existenciales e intelectuales al preguntarnos si "sueñan los androides con ovejas eléctricas", y que, además, es un gran cineasta en general, y específicamente en el terreno de la ciencia ficción, y que, por ello, ha de beber de las fuentes y, particularmente, de "2001: Una odisea del espacio", trayendo a colación de nuevo esa lucha de Hal-9000 contra los humanos, en un intento de parecerse a ellos. Así, sí, señor Scott.

Dejando a un lado las referencias cinéfilas (a mí la escena del hacha me recordó a "El Resplandor", pero igual es opinión personal), sí hay que decir que la cinta crea tensión, especialmente en LA ESCENA de la película, que crea un malestar impresionante (sin perjuicio de que aquí, de nuevo hay fallos sorprendentes y risibles). Y sí, la cinta se hace corta y estás con el corazón en un puño hasta el final. Buenas noticias.

En cuanto al juego de las preguntas sin respuesta, pues qué queréis que os diga, como buena Lostiana he aceptado el reto con placer (salvo lo de la concidencia de Planetas de la que traté al principio). Nada me gusta más que salir de ver una película dándole vueltas a la cabeza y que lo siga haciendo un mes después de la primera vez que vi una copia de "Prometheus". Creo que todas las preguntas van dirigidas hacia los "ingenieros" (nuestros creadores). Y ¿por qué?. Pues porque Scott y Lindelof no se chupan el dedo y saben que por el lado de los aliens ya no hay nada más que explotar (o, mejor dicho, más misterios que introducir, que yo no descarto una quinta entrega con aliens voladores evolucionados a velociraptor-pterodáctilo), mientras con la figura de los jugadores de baloncesto albinos, existe un universo de posibilidades tan grandes como el universo en el que vivimos.

Y ahora a esperarse a 2015. ¿por qué nos haces esto, Ridley?

Eso sí, como nos digas en la segunda parte de "Prometheus" que quisieron exterminarnos porque hacemos guerras y somo malos... no volveré a dirigirte la palabra en la vida.

Hoy estoy generosa y le he puesto un 6,25.

El comentario pijo: No sé cómo describir el atuendo de hibernación de los tripulantes de la nave Prometheus. Si en "Alien" (1979) Sigourney Weaver puso caliente al personal con unas inolvidables braguitas setenteras una talla inferior a la suya, en esta entrega llevan unos paños al estilo imagen de procesión, vamos, los paños de Jesucristo. ¿De verdad no tenían para ropa interior?

    

El comentario friki: La inspiración en la obra de Kubrick es más que patente, sobre todo gracias a Weyland, que es el alter ego de David Bowman ("2001: Una odisea del espacio"). Espero que esa y no otra sea la explicación de su horrible estética, un homenaje al personaje creado en 1968.



El comentario compulsivo: La tensa escena de la autocirugía me puso los pelos como escarpias. Es la secuencia de más tensión de toda la película. Eso sí, quién se cree que después de haberte cosido la tripa se puede salir corriendo sin que se te abran los puntos. Por mucha Saw que seas.

jueves, 8 de marzo de 2012

Los Idus de Marzo (2011)

LOS IDUS DE MARZO (2011)


FICHA TÉCNICA

TÍTULO ORIGINAL: The Ides of March
AÑO: 2011
DURACIÓN: 101 min.
PAÍS: EE.UU.
DIRECTOR: George Clooney
GUIÓN: George Clooney, Grant Heslov (Obra de Beau Willimon)
MÚSICA: Alexandre Desplat
FOTOGRAFÍA: Phedon Papamichael
REPARTO: Ryan Gosling, George Clooney, Paul Giamatti, Marisa Tomei, Philip Seymour Hoffman, Evan Rachel Wood, Jeffrey Wright, Max Minghella
PRODUCTORA: Cross Creek Pictures / Exclusive Media Group / Smoke House
GÉNERO: Drama/Política


PREMIOS

2011: Globos de Oro: 4 nominaciones, incluyendo Mejor película dramática
 2011: Premios BAFTA: Nominada a mejor actor secundario (Hoffman) y guión adaptado
 2011: Critics Choice Awards: Nominada a Mejor reparto
 2011: Festival de Venecia: Sección oficial largometrajes a concurso
 2011: Festival de Toronto: Sección oficial largometrajes a concurso


SINOPSIS

La historia gira en torno a un joven idealista que forma parte del equipo del candidato democrata a la presidencia que se enfrenta con la sucia realidad política.


CRÍTICA

Geoge Clooney vuelve a la gran pantalla en 2011 con una nueva película dirigida, coescrita (junto con Grant Heslov y Beau Willimon) y hasta coprotagonizada por él mismo, titulada “Los idus de marzo”.

Este drama político, como ya ocurriera con su obra de 2005 “Buenas noches y buena suerte", tiene como propósito diseccionar la moralidad, la dignidad, la lealtad de las personas, que en muchos casos es una rara avis en peligro de extinción, y demostrar que entre lo bueno y lo malo hay una clara línea divisoria pero que es muy fácil de atravesar, sobre todo cuando hay temas de poder o ideología detrás. El problema es que esta obra es mucho más escéptica que la anterior y la moralina puede sentar como un jarro de agua fría a unos espectadores ya de por sí hundidos en los tiempos de crisis que corren, aunque también puede actuar como buen revulsivo hacia una sociedad adormecida en el conformismo.

El argumento, que parece sacado de la primera plana de un periódico estadounidense haciéndose eco de las luchas internas dentro del bando demócrata o republicano, es bastante simple. Stephen Meyers (Ryan Gosling) es el director de campaña de Mike Morris (George Clooney), el gobernador de Pennsylvania y candidato presidencial demócrata, que compite contra el senador de Arkansas Ted Pullman (Michael Mantell). Los candidatos están haciendo campaña en Ohio. Una victoria de Morris, le garantizaría la nominación, una victoria de Pullman le brindaría un impulso vital en su ascenso a la Casa Blanca. Al mismo tiempo, ambos candidatos tratan de conseguir el respaldo del senador demócrata por Carolina del Norte Franklin Thompson (Jeffrey Wright), que puede dar a cualquiera de los dos 356 delegados y, como resultado, la ansiada nominación.

La película, con una loable narración circular, presenta a la perfección los duelos, alianzas, lealtades y traiciones que se viven en una campaña electoral, pero pudiendo extrapolarse a la perfección muchas de las morelejas de su trama a cualquier ámbito de la vida, pues aunque muchos de los acontecimientos se centran en los delicados y procelosos mundos de la carrera presidencial, llamando George Clooney especialmente la atención sobre la manipulación que se puede ejercer sobre el electorado, también pueden extraerse conclusiones valiosas aplicables al día a día, lo que hace que la película no se convierta en una obra hermética, sino que constituya un valioso estudio de las relaciones humanas en liza por el poder.

El destacable plantel con el que el director americano ha contado esta vez está encabezado por Ryan Gosling (que está sembrado este año con su participación en Drive y en esta película, en ambas como protagonista y con una actuación digna de estima en los dos casos),  George Clooney, Philip Seymour Hoffman y Paul Giamatti (que hacen de rivales y asesores de los respectivos candidatos), Marisa Tomei (como periodista en busca de carnaza), Jeffrey Wright, y Evan Rachel Wood (una de las jóvenes que colaboran en la campaña).

Pero la pieza central y verdadero valor de la película es el personaje de Gosling y cómo este evoluciona a lo largo de la misma. Gosling actúa como adalid de la inocencia del pueblo. Trabaja duramente a favor de la campaña del candidato porque cree firmemente en él y en la causa que representa. Es un idealista, quizás utópico, quizás naif, pero sumamente inteligente y con ansias de triunfar en su cometido. Es el contrapunto, el vértice entre dos polos opuestos  que no son otra cosa que las dos caras de una misma moneda: los experimentados y ya “corrompidos”  jefes de campaña, Seymour Hoffman y Giamatti, que han lidiado mil y una veces con las situaciones a las que tendrá que enfrentarse Gosling y que harán que pierda su inocencia irremediablemente.

El ver cómo Clooney logra que los espectadores cambien de opinión al igual que el personaje de Gosling, a medida que avanza el metraje, y comprobar cómo Gosling traspasa la pantalla al principio y al final de la película, cuando ya no es la misma persona, es un lujo que el director de Kentucky y el actor canadiense nos han regalado con gran mimo y acierto.

Lo anterior, unido a ciertos duelos interpretativos y de egos que podemos disfrutar sobre todo a partir del momento en que el drama se desencadena, bien valen un reconocimiento, y así lo ha merecido en los Globos de Oro, en los Bafta y esperemos que en los Oscar.

El hecho de que Clooney haya de optar por un caballo ganador, ante la imposibilidad de galopar a lomos de las dos grandes películas en las que participa este año (ésta de la que hablamos y “Los descendientes”) hará seguramente resentir la carrera de “Los idus de marzo” hacia la estatuilla dorada. Pero como nos cuenta la película, sólo uno puede ser el ganador y no siempre el que gana es el mejor.

Que la disfrutéis. Un 7.

El comentario friki: Aunque Paul Giamatti hace, como casi siempre, una buena actuación, sus apariciones son demasiado escasas y a su personaje se le podría haber sacado mucho más partido. Todos recordamos su excelente trabajo en "Entre copas". Pero me asalta una duda. Dado su parecido físico con el sin par Pepe Colubi, ¿será éste el que haga de doble en las escenas de acción? Oh wait! Si Giamatti no suele hacer escenas de acción.... Habrá que planteárselo.  Este es un mensaje subliminal dirigido a los detractores de Colubi (alias lengua afilada) a fin de que participe como "stunt" en escenas de alto riesgo.

El comentario pijo: Deléitense con la visión de George Clooney como percha perfecta para un buen traje.

El comentario compulsivo: Como ya hablé en ocasiones anteriores del buenorro de Gosling, y no debo de repetirme, sólo os dejaré con una imagen mental curiosa que ya comenté en las redes sociales. ¿En qué momento Seymour Hoffman pasó de adolescente pajillero a adulto de mediana edad cuasi viejuno? ¿No hubo transición? Ya me lo contaréis, porque para mí es una gran incógnita.

sábado, 28 de enero de 2012

Shame (2011)

El director londinense Steve McQueen, tras haber demostrado al mundo su buen hacer y su firme pulso detrás de las cámaras con su ópera prima, "Hunger", vuelve a las salas de cine con un trabajo controvertido y desarmante y que, a pesar de haber sido una de las grandes olvidadas en las nominaciones a los Oscar 2012 (quizás porque una película tan subida de tono no le gusta demasiado a la academia), se ha granjeado elogios en los diferentes festivales en los que se ha presentado, especialmente dirigidos al director y al actor protegonista (Fassbender).

Los elogios al director, en primer lugar, están más que justificados. En ésta, su segunda obra, nos confirma que es un director de estilo aunque no de género (ya está preparando para 2013 una película sobre la esclavitud que también contará con Fassbender y al que se sumará Brad Pitt), pues vuelve a mostrarse como un artesano minucioso, detallista, constructor de escenas con inicio nudo y deselance en sí mismas, que persigue a sus personajes en una secuencia larga hasta que nos ha brindado toda la información necesaria para continuar con la trama, hasta que ha exprimido el más oculto sentimiento, no importándole si la escena dura tres o diez minutos. McQueen domina las distancias cortas, los gestos, las miradas, aunque esta vez apostando más por la diversidad de planos combinados en el montaje, frente a esos larguísimas secuencias de cámara fija y sin cortes que maravillaron a los espectadores en "Hunger" (recordemos la escena del miembro del Ira y el cura).


La película es un drama durísimo, adulto, carnal, que nos habla de un señor de treinta y tantos años totalmente adicto al sexo y que es incapaz de engancharse emocionalmente a nada ni a nadie. Lógicamente la reflexión va más allá de unas cuantas escenas de sexo solitario, en dúo o en trío, y, precisamente, el hecho de que haya mucho sexo y, sin embargo, sea una película pura de sentimientos, algunos enterrados y otros desbordados, vuelve a ser una constatación del buen hacer del director británico. En ningún momento uno siente reparo o vergüenza por lo que está viendo en pantalla, porque está narrado con elegancia y plena justificación.

Cada escena profundiza más en la degradación y autodestrucción del protagonista, que busca el sexo como un perro detrás de un hueso, persiguiendo el hedonismo más superficial y alienador, haciéndole olvidar por unos momentos quién es y quién le necesita y que su vida no es o ha sido la más generosa y solidaria del mundo.


Para demostrarnos que tras el hombre gélido y egoísta hay una dramática historia sobre la que poner arena y cal, hay un personaje opuesto a él, el de su hermana Sissy (Carey Mulligan), emocionalmente inestable, indefensa, dependiente de los demás y que sólo busca llamar la atención. La silenciosa y a la vez estruendosa lágrima de Fassbender durante la deliciosa interprestación de Mulligan del "New York, New York", en todo dulce, cadente y embriagador, es un regalo para los sentidos y un hermoso detalle más en la descripción del personaje de Fassbender, que se va desnudando interiormente de forma paulatina, mientras que exteriormente está desnudo desde el principio, sin pudor.

Los elogios a Fasbender, por otro lado, son más que merecidos, pues la actuación que nos ofrece está a un nivel espectacular, siendo comedido y frío cuando ello es vital y desgarrador en algunos compases, cuando, ya vestido, es su alma la que se nos presenta sin ambages ni circunloquios.

Algunas secuencias son bellísimas, como la del deseo fugaz en el metro, la de los bares que provoca el corte en la mejilla o la de Fassbender corriendo por las calles bajo los acordes de la música de Bach.



Mención aparte merece la banda sonora, compuesta por Harry Escott, y que una vez que te pilla no te suelta y se queda como un eco en tu mente cada vez que rememoras mentalmente algún momento de la película. Espectacular es poco. Además, incorpora temas jazzísticos de Coltrane o Kander (New York, New York) y clásicos como las Variaciones Goldberg interpretadas por Glenn Gould (y que a los más cinéfilos les recordará a la banda sonora de El paciente inglés, en donde también se hacían bien presentes).

En conclusión, una película trágica, sobrecogedora e hipnótica, que bien merece un visionado.

Un 8.

El comentario pijo: Fassbender tendría que cambiar de marca de calzoncillos, porque son cutres y algo anticuados. Sí me ha gustado su bufanda y su outfit para correr por las calles de Nueva York. El sombrero vintage de Carey Mulligan es muy bonito y su vestimenta y estilismos mientras canta New York New York reluce al estilo de Scarlett Johansson en el anuncio del perfume "The one". Eso sí, vaya raíces negras que me lleva durante todo el metraje. Qué horror XDDD

El comentario friki: ¿Cuántas horas pudo tener el portátil encendido sin conectarlo a la red? El salvapantallas es manifiestamente mejorable.

El comentario compulsivo: Sí Fassbender está bien dotado, pero tampoco hay que imaginarse un miembro cual palo de golf como dijo George Clooney. El momento en el que mejor se aprecia el tamaño es cuando le captan haciendo pis desde atrás, pues a otro hombre no se le hubieran visto tantos centímetros por debajo de su hermoso culo. Por cierto, ¿para qué limpia con papel la taza del water antes de masturbarse si no iba a tocarla? ¿O quizás sí?

sábado, 7 de enero de 2012

Películas estrenadas en 2011: ¿un año flojo o un buen año?

Entre mis amigos cinéfilos se comenta que este año, el 2011, ha sido una buena cosecha cinéfila. Aclaremos que no me refiero en este post a las películas rodadas en 2011, sino a las estrenadas en España a lo largo de dicho año.

Yo no estoy tan de acuerdo con los optimistas, pues para mí el 2011 se queda sin ningún título que haya alcanzado el ansiado sobresaliente, esa nota que sólo está reservada a películas que son verdaderas joyas y se inoculan en tus ojos, alma y cerebro tan profunda y certeramente cual veneno de serpiente.

Sí han pasado ante mis ojos obras que alcanzan el notable y con holgura: "El árbol de la vida" (película nada fácil que cuenta con amantes y detractores a partes iguales), "Nader y Simin. Una separación" (una delicada, dura y complejamente sencilla obra iraní, que te deja el estómago pataleado y sin consuelo), "Drive" (una cruel, colorista y vigorosa obra mafiosa y violenta) o "The Artist" (una grata sorpresa muda y en blanco y negro, que es una bocanada de aire fresco paradójica, pues supone un viaje al cine de los años 20 y 30 con gran frescura).

Asimismo, se merecen una mención especial títulos como: "Chico&Rita", "Midnight in Paris", "Mientras duermes", "El cisne negro", "Super 8", "127 horas" o "La piel que habito".

Pero este año me ha faltado un "Toy Story 3", una "La cinta blanca", una "Déjame entrar", un "Wall-E" o esos primeros minutos de la historia de Carl y Ellie de "Up," que me hagan estremecerme sinceramente en mi asiento o butaca. Hay películas que me han gustado, que me han hecho plantearme incógnitas o devanarme los sesos, o que me han asombrado por su dureza o dramatismo, o que me han teletransportado a los genios del cine clásico, pero el alma, lo que es el alma, ninguna la ha tocado de verdad, sopena de bordearla e intentar franquear sus márgenes en varias ocasiones.

¿Pensáis que este año ha sido mejor o peor que el anterior?

El comentario pijo: Habráse visto que, saliendo Brad Pitt y Sean Penn en "El árbol de la vida", Malick tenga la desfachatez de dedicar unos 22 minutos de metraje a la creación del universo, cuando lo interesante no es cómo lo creara, sino que les creó A ELLOS...


El comentario friki: Esta vez va sobre Bandas Sonoras. ¿Sabéis que en los momentos más dramáticos de "The artist" la partitura que suena de fondo es la magnífica "Scene d'amour" compuesta por Bernard Herrman para el "Vertigo" de Hitchcock? ´Para mí, escuchar de nuevo esas notas, esta vez en una sala de cine, me hubieran compensado el precio de la entrada aunque sólo Uggie hubiera salido cagando en ella.



El comentario compulsivo: No alcanzo a comprender el influjo cuasi diabólico, muy en consonancia con el tema que trata, que "El cisne negro" ejerció sobre ciertos cinéfilos a principios de este año, porque es una buena película a secas, no la presunta y sobrevalorada obra maestra que algunos predican de ella. Que Natalie Portman está magistral, por supuesto, pero que sea un dechado de virtud, no, no estoy de acuerdo.

Drive (2011)


"Carretera encontrada", una película de David Lynch con su colaborador habitual Angelo Badalamenti. Ah no, espera, que se llama "Drive", no tiene quebraderos de cabeza, sí tiene toques de cine negro, de Tarantino y del cine de acción de los 70 y 80. ¡Pero sí cuenta con Angelo Badalamenti! Y, además, aparecen canciones de la bso de "La red social" (Trent Reznor) y de "Traffic".

Me he hecho un lío. Rebobinemos.

Una película muy recomendable, que exuda cine por los cuatro costados. Empieza con una gran secuencia. Luego baja muchísimo hasta plantearme si me iba a aburrir, pero en cierto punto todo ha empezado a fluir, a dejarme embobada, a no saber si era una cinta de acción, de terror, de amor con beso a lo "Casablanca" o a lo "Lo que el viento se llevó", sangre a borbotones pero con elegancia al más puro estilo mafioso, y todo ello aderezazo con buenas actuaciones.

Agito mi cocktail (por cierto, los títulos de crédito rosa chicle parecen sacados del bodrio de Tom Cruise del mismo nombre), me enciendo un cigarro (ah no, que no fumo y odio el tabaco) y me pregunto, ¿y cómo se llamaba este director que ganó merecidamente su premio en Cannes?, un tal Refn. Joder, pues lo añado a mi lista de directores fetiche para no quitarle el ojo.

¿Le nomirarán al Oscar o en EEUU no sabrán apreciar su estilo? Mira, me da igual. Esta sensación de pelos de punta no la sentía desde hace mucho.

Me monto en mi Impala plateado y doy gracias a los directores que han mamado del cine, de todos los géneros y no tienen reparos en mostrarlo ante la cámara. ¿Mi destino? Me voy a chivárselo a David Lynch, para que se ponga las pilas ya y se deje de líos y meditaciones.

                                                                       NOTA: 8/10

EL COMENTARIO PIJO: Esa simbólica y poderosa cazadora con el escorpión a la espalda y brillos dorados que lleva Ryan Gosling no la aconsejo para ir a comprar al súper, sino sólo para acontecimientos especiales de barrio, a ser posible por la noche y con música de los Bee Gees de fondo a lo "Fiebre del sábado noche". Qué daño nos hiciste Travolta...


EL COMENTARIO FRIKI: ¿No os dio la impresión de que, cuando Gosling se pone la máscara, algo muy muy malo iba a ocurrir? Por cierto, en muchas películas hemos visto personajes utilizar máscaras. Generalmente, para cometer robos como en "Le llaman Bodhi" o "The Town, ciudad de ladrones".


El comentario compulsivo: Ryan Gosling está buenísimo con o sin cazadora hortera. Id buscando un babero.